lunes, 14 de septiembre de 2009

Million Dollar Baby (Golpes del destino)


«A veces, la mejor manera de dar un puñetazo es retrocediendo, pero has retrocedido demasiado y se ha acabado el combate». Es una de las mejores frases que he podido encontrar en esta película que es, para mí y para muchos, una joya cinematográfica. Una frase que dice tanto con tan pocas palabras.

Million Dollar Baby, o Golpes del destino en la versión sudamericana, es una película dirigida y protagonizada por Clint Eastwood, que vio la luz en 2004 y obtuvo cuatro Óscar (Mejor Película, Mejor Director, Mejor Actor de Reparto por Morgan Freeman y Mejor Actriz por Hilary Swank) y tres nominaciones (Mejor Actor por Clint Eastwood, Mejor Guión Adaptado por Paul Haggis y Mejor Montaje por Joel Cox). Por encima de estos galardones, he de decir que me parece una película excepcional, que nos aporta tanto entretenimiento durante dos horas en una historia estremecedora, como aspectos del mundo en que vivimos, asuntos sobre los cuales se pueden hacer profundas reflexiones.

Maggie Fitzgerald (Hilary Swank), una camarera de 31 años, quiere convertirse en boxeadora profesional y acude al gimnasio del entrenador Frankie Dunn (Clint Eastwood) para pedirle que la enseñe. Sin embargo, Frankie se niega porque él no entrena a chicas. Eddie “Scrap-Iron” Dupris (Morgan Freeman), otrora boxeador y ahora tan sólo bedel viejo y ciego —en quien está puesta la excelente voz del narrador, que es, para mi gusto, lo mejor de la película—, se ofrece a darle algunos consejos a Maggie de manera que al cabo de poco tiempo Frankie verá los avances. Empezarán así un entrenamiento y Maggie competirá en combates cada vez de mayor categoría hasta llegar al culmen de su carrera.

La película merece la pena. Yo no soy el más indicado para hacer críticas sobre cine, porque no me considero profundo conocedor de las técnicas cinematográficas; en cambio, sí conozco lo suficiente sobre el arte de narrar, y sobre literatura en general, como para decir algunas críticas en relación a las voces que intervienen en las historias. Así, considero que la voz del narrador es espectacular, muy bien trabajada porque con muy pocas frases ensancha todo el significado que se pueda extraer de una larga conversación. Y por encima de la voz del narrador y otras técnicas que se utilizan en novela y que debido a eso conozco en parte, la historia es emocionante a cada minuto. Dos horas que no pasan en vano. Al menos eso pienso, y muchos estarán de acuerdo conmigo.

lunes, 7 de septiembre de 2009

7 de septiembre

Buenas noches. Tras la larga agonía que ha sufrido este blog durante el mes de agosto, larga ausencia voluntaria por mi parte, procedo a exponer los motivos que me han llevado a alejarme de la labor que me ocupa en este rincón del mundo.

En primer lugar, he de decir que el último mes ha resultado más bien estresante, en cierto modo debido a un estrés ocasionado por mí mismo, ya que nadie me ordenaba meterme en camisas de once varas, pero decidí escribir una novela este verano y tenerla dispuesta a estas alturas. Existen dos motivos principales que me han hecho detener mi escritura en el blog: el primero de ellos, ya mencionado, es la novela a cuyo primer borrador he dado fin esta mañana después de un incómodo sueño como el de Gregorio Samsa —como un insecto me sentía esta mañana en tanto que escribía el epílogo de una historia sobre cárceles, amores y dinero.

El título de la novela no lo desvelo aún, puesto que es provisional y, si bien es posible que sea definitivo, no estoy por completo seguro; además, prefiero que permanezca en el anonimato hasta que, si tengo la suerte que necesito y el destino piensa en mí a su paso por mi puerta, vea la luz gracias a alguna editorial. Sólo decir con respecto a su elaboración que me ha costado muchas horas diarias de esfuerzo, que con gusto le he dedicado pero que me ha quitado el tiempo disponible para hacer otras cosas como, por ejemplo, ir a la playa —lo bueno siempre tiene algo malo, y la verdad es que no me arrepiento de haber perdido días de playa y de campo, pues por ahora estoy satisfecho de mi trabajo, según las tres lecturas que he emprendido a fin de corregir errores.

De muchas horas también, por otra parte (y ésta es la segunda gran causa que me ha llevado a abandonar este sitio por un mes), me ha privado el estudio, ya que tres asignaturas de conservatorio, una de ellas la más fuerte, exigen un esfuerzo sobrehumano durante un verano. Tocar en tres meses nueve piezas musicales de un nivel considerable puesto que corresponden al penúltimo curso de enseñanzas profesionales, y más aún, tocar y estudiar a fondo esas partituras que en condiciones normales me hubiesen exigido ocho meses de trabajo (un año académico), ha resultado un agobio tal que al terminar no me sentía con fuerzas ni con ganas para dedicarle un rato a este espacio.

Y en definitiva, quien haya entrado aquí —imagino que pocos— habrá observado que la imagen que indica el libro que leo a cada momento ha cambiado muchas veces, ya que este verano ha sido muy intenso en cuanto a lecturas (el tiempo libre, pues, lo empleaba, cuando no salía a tomar el aire, en leer, y las noches son muy largas, de modo que al llegar a casa me dedicaba a continuar mi lectura). A medida que pase el tiempo, puesto que también he aprovechado alguna que otra tarde para ver películas, reseñaré más obras cinematográficas, y también empezaré las reseñas literarias.

Para aquellos que se pasen por aquí de vez en cuando, a los cuales les dirijo estas palabras y sinceros recuerdos, digo que este blog no está abandonado, que la vida sigue y que cada vez que hay tiempo, un hueco está disponible para este sitio. Espero que todo siga adelante.

Reciban todos un afectuoso saludo.

Jorge.