domingo, 27 de marzo de 2011

Un autorretrato

Sigo sin muchas ganas de escribir, estoy atento a unos asuntos literarios que aún no puedo incluir en el blog. Y como a lo largo del día de hoy me han acompañado dos canciones -muchas, pero dos en especial-, quería compartirlo con vosotros. Son de un dúo de cantautores de Isla Cristina que se hacen llamar Antílopez y tienen unas letras diferentes, geniales, y un estilo muy propio. La primera me viene como anillo al dedo y la segunda, sencillamente creo que es una de las mejores de su repertorio. Ambos vídeos fueron grabados en el Café Teatro Pay-Pay, en Cádiz. Aprovecho para enviar un saludo a los dos artistas. Os dejo con las canciones:

Analfanauta


Prefiero


Espero que os gusten.

Abrazos.

Jorge Andreu

PD: Aún os tengo que contar mis impresiones sobre el viaje a Grecia. No me olvido de ello.

sábado, 19 de marzo de 2011

Rostro de vos - Mario Benedetti

No tengo muchas ganas de escribir. Esta entrada, con un poema de Mario Benedetti titulado "Rostro de vos" y recitado por Darío Grandinetti, protagonista de la película de Eliseo Subiela El lado oscuro del corazón (magnífica película, por cierto), quiero dedicársela a Susana, que durante nuestra estancia en Grecia me ha mostrado cuánta amistad guarda ese corazón.


Buenos días.

Jorge Andreu

lunes, 14 de marzo de 2011

Un río, un amor

¡Qué fresco es el sonido de las horas!
Es como si el suelo entonara
una balada triste de riachuelo
con música licuada
que suena a trompetista melancólico.
Percusión desafinada:
suela de zapatos contra el fango
en medio de un romance verde y plata.

Yo aquí desafinando ante este río
y tú, ¡ay!, tan lejana.
Tú tan al otro extremo de mi almohada…


Jorge Andreu
Mesenia, 10 de marzo de 2011.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Memorias de Viena (IV)

MIÉRCOLES

(Camino de Salzburgo)


Viena es como un helado de nata:
derrite el corazón de quien la mira
y sabe a mermelada de caricias.


Aunque escribí estos versos en una servilleta durante la cena del lunes, después de ir al concierto de la filarmónica, lo que viví durante el miércoles se ajusta mucho más al contenido de esa estrofa. El miércoles hice la excursión más emocionante de mi vida: Salzburgo. A sabiendas de que una distancia importante nos separaba del albergue, habíamos aprovechado al máximo la noche del martes y decidimos dormir durante las tres horas de ida en el autobús. Yo lo intenté, pero apenas di una cabezada de media hora. Al poco tiempo me cambié de sitio para ocupar dos asientos libres y fotografiar el paisaje, que era verdaderamente hermoso. No obstante, mi propósito de fotografiar aquellas montañas se quedó en sólo eso, pues al ocupar el asiento y mirar al otro extremo del autobús, vi una imagen mucho más bonita cuyo retrato en verso no pude evitar: una chica a quien tomé cariño sin intercambiar una sola palabra. Casi estrené mi nueva libreta con aquel soneto, que os transcribo:

Retrato sobre la nieve

Es como un baño de ceniza ardiente
con tintes orientales de ternura
que al borde de una tímida figura
se imprime sobre un lienzo transparente;

como un papel de seda dulcemente
tatuado con la escarcha de la holgura,
como una delicada travesura
fraguada en lo sencillo y evidente.

Su rostro de perfil es el emblema
del tiempo que he tirado sin soñar,
sin ver que el mundo estaba en movimiento.

Quisiera comprender este teorema,
pues no sé por qué verla en el cristal
provoca en mí un extraño sentimiento.

Viena, camino de Salzburgo, 23 de febrero de 2011.

(Paisaje de camino a Salzburgo)

Al cabo de dos horas y media llegamos a un lugar mágico donde tomamos un café y descansamos unos minutos. Las instantáneas abundaron porque las vistas eran para celebrarlo de esa manera. Y poco después volvimos a partir hacia Salzburgo, adonde llegamos más o menos una hora después.

(El café de 4.75 euros)

(Con mi profe de piano en el mirador)

Bajamos del autobús y lo primero que hicimos fue visitar la Mozarteum, equivalente a los conservatorios de aquí, pero en una escala mayor: allí es una universidad y ofrecen pianos Steinway en las cabinas de estudio, además de gozar de un espectacular auditorio con unas vistas excelentes y de multitud de pasillos llenos de mesas y hermosura. Rayábamos el suelo con los dientes, como diría un amigo mío.

(En la Mozarteum con un profesor extraño de fondo)

(Envidiables vistas desde la terraza de la Mozarteum)

(En este auditorio jamás me atrevería a tocar, el paisaje me lo impediría)

Luego dimos un paseo por la ciudad: cruzamos el río por el puente, vimos la casa de Karajan, la catedral, el cementerio, algunas tiendas. Jamás he sentido con tanta intensidad la emoción de ver algo bonito: se me caían los lagrimones cada vez que entraba en una plaza distinta. Guardo bonitos recuerdos y fotos del momento.

De regreso a Viena, disfruté de una conversación de dos horas con una amiga y luego fuimos a cenar a un restaurante chino, donde uno de los compañeros se molestó en pedir en la misma lengua. Fue gracioso, pasamos un buen rato y a la vuelta no hubo mucho que decir. Sólo me quedaba recuperar en mi memoria las vivencias de aquellas preciosas imágenes que se han convertido en una parte importante de mis recuerdos. Me alegré, ¡entonces sí!, de no haber dejado pasar la oportunidad de apuntar mi nombre en la lista de inscritos al viaje.

martes, 1 de marzo de 2011

Memorias de Viena (III)

MARTES

Recuerdo, si bien de un modo algo difuso, que el martes fue el día de la ópera. Como viaje de estudios musicales, no podíamos irnos de allí sin asistir a una ópera, así que fuimos a ver La Cenerentolla (La Cenicienta) de Rossini, en italiano y con subtítulos en alemán. Como comprenderéis, no me enteré de mucho, y además las horas de sueño cada vez pesaban más. Tanto que no pude evitarlo. Durante aquellas tres horas, divagué, escribí versos y, aunque me pese decirlo, no disfruté mucho de la música. Pero mis compañeros sí, y eran mayoría, así que todo fue bien.

Uno de mis objetivos del viaje era probar el café vienés, y curiosamente no había café vienés en las cafeterías de Viena. Era de extrañar, claro: pedíamos un café típico y nos hablaban de un late macciato, así que no sé qué tomarán en Italia. Y como no soy muy amigo de los manchados, preferí tomar capuccinos durante todo el viaje, de manera que ahí fuimos antes de entrar en la ópera a tomar nuestro café. Me dio tiempo a recordar que habíamos comido en un comedor universitario y luego me habían pedido un cigarrillo en la puerta de un supermercado, a lo que no supe responder sino “I don’t know” con mi nivel de inglés (suerte que el lenguaje universal de los gestos funciona en todas partes). Allí, frente al supermercado, cerca de la puerta de entrada a la universidad, que se abría sola al sentir nuestra presencia, había una papelería donde compré una pequeña libreta que aún me hace compañía. No tiene la firma de ningún compositor, pero fue barata y me sacó de algún apuro.

Pude recordar también la casa natal de Schubert, donde una portera con cara de pocos amigos nos había obligado a guardar silencio mientras subíamos las escaleras y a no tocar partituras, ni piano ni cristales. Y por supuesto, la firma en el libro de visitas, donde dejamos constancia de que en esa casa nació una idea original que revolucionará el mundo de la música, y que ojalá llegue a ser realidad.

Esa noche aprovechamos la nueva economía para divertirnos en la habitación. Utilizamos las botellas recién afinadas para interpretar varias canciones que han sido grabadas para la posteridad, y me reí como nunca. Hasta que el guarda de seguridad, que tenía cara de simpático pero que daba puñaladas por la espalda, nos obligó a despedirnos y dormir unas pocas horas hasta el día siguiente. El viaje a Salzburgo, que fue el día más hermoso del viaje si de imágenes bonitas se trata, estaba a punto de llegar: tendríamos tres horas de sueño en el autobús y otras tres al regreso. Ese fue, sin duda, el momento del viaje: hablaré de ello mañana y os enseñaré fotos, que merecen la pena.


PD: Perdón por la escasez de novedades. No tengo mucha memoria sobre el lunes y el martes. La ciudad de Salzburgo es preciosa: ya lo veréis en la próxima entrada.