sábado, 31 de diciembre de 2011

Despedida del 2011

Aquí estamos. Otra vez, por fortuna. Oigo llover sobre el escritorio, pero el de hoy ha sido un día soleado. Quizá sólo sea mi imaginación, que emite esos zumbidos para hacerme sentir su compañía. Marcel no ha venido esta tarde, y ya empieza a anochecer, así que no creo que llegue a tiempo para las uvas. Andará perdido entre mis libros: he reordenado la estantería, he apartado ejemplares que ocupaban mucho espacio en la mesa, y acaso se encuentre bajo el peso de los volúmenes de Proust o de Saramago, quizá le acaricie la espalda a escondidas a la chica de la última novela de Marsé —esa que me trajo como premio un Ipad que apenas he utilizado—, o es posible que merodee por ahí detrás, por encima del piano, entre los tomos de los clásicos grecolatinos. Viaja siempre a su antojo y saborea cada rincón: creo que por eso nos hicimos uña y carne.

Como estoy entre mi corazón y mis asuntos y oigo llover como quien piensa en el porvenir, voy a hacer memoria de los acontecimientos de este año. 2011, un año diferente. No me cabe la menor duda. Esperad que ordene las palabras. Esto aquí, esto por allá. ¡Ahora!:

He dormido muchas noches como un niño y otras tantas he sufrido de insomnio. He mudado de brazos, me acogieron unos labios cuando el desamparo era mi apellido. He escrito pocas canciones, pero alguna. He sido víctima del frío de Viena y del encanto de Grecia. He tocado el piano para que mi sobrino sonriese de hermosura. He firmado un papel para ser reconocido como grado profesional de música y me han dado una placa conmemorativa. He escuchado a Rachmaninov hasta romperme el pecho, retornando tantas veces al noveno minuto de su tercer concierto para piano (¡ay, Vladimir, cómo me rascas los ojos después de tanto tiempo!). He conocido a escritores, he compartido mesa con un acordeonista y he tomado café con un premio nacional de composición. He luchado contra la vacuidad hasta poner la última palabra de un poemario que me ha costado más de un disgusto y que ahora merodea de buzón en buzón por Madrid. He leído mucho, en buenos libros. He vuelto a llorar, como tantas veces, y muchas otras he amado. He reído. He tomado güisqui. He visto mucho cine. He abrazado. He respirado muchos aromas que añoraba. He seguido, por fin, con vida. Y aquí estoy, entre dos velas, un vaso medio vacío, un cuaderno de notas y algunos libros sin leer, para seguir con vida un año más, que no es poco. Se me erizan los pelos del alma de esperar que llegue ese corazón de azúcar que tiene mi mismo nombre y unos ojos del color de la gloria. Y mientras tanto, oigo llover, aunque sea lluvia falsa.

Quisiera hacer algunos propósito para el 2012, pero muchos son personales, los de todos los años. Otros, intelectuales, comprenden nuevos retos. He inscrito mi nombre en el desafío de 25 españoles, pero también he hecho otros desde la soledad de la meditación. Os cuento algunos: voy a leer, cada mes, una novela o colección de cuentos, un poemario, una obra de teatro y un ensayo. Para el ensayo alternaré música y otros temas —filosofía, literatura, cine, artes plásticas—. Por cierto que leeré más cosas al cabo del mes, Naturaleza obliga, pero esos cuatro pilares no podrán faltar. Trataré de ver una media de dos a tres películas a la semana, de diferentes géneros y épocas —alejarme un poco del cine clásico para prestar atención, de vez en vez, a las mejores películas de la actualidad—. Escucharé —y me documentaré— obras de músicos a las que aún no me he asomado, y ahora con disciplina y partitura en mano. En definitiva, abriré un poco más el abanico de posibilidades en busca del placer del conocimiento.

En lo tocante a lo personal, es lo de siempre: cuidar de mi gente y gozar de la vida. A eso he venido al mundo. Coger el tiempo con las manos y esparcirlo, minuto a minuto, entre mis seres queridos, para que al cabo de un año no me arrepienta de haberme encerrado en mí mismo. Es más dulce la lectura si se alterna con el cariño, como resulta más tenue el dolor si se afronta con una sonrisa.

Para terminar, no me queda más que agradecer la presencia a todos los que estáis ahí, a los que habéis aguantado la parrafada y seguís con ganas de hablar, a todos los que abren de vez en cuando esta página insignificante del gran libro de internet: a todos mis amigos, en suma. Os quiero. A los que me escriben y a los que me comentan por la calle. A los que aceptan mis intervenciones en un espacio tan reducido. Os quiero. Algún día os traeré a la barra y correrá de mi cuenta una ronda de chupitos. Mientras tanto, brindo por vosotros. ¡Glup! Mucha salud y libertad.

Abrazos muy fuertes y mis mejores deseos para el 2012 que empezará en breve. Como diría mi admirado Krahe: «El fin del mundo ya está al caer, ¡y lo mismo nos da, y es un placer!». Un placer, como siempre, es contar con vosotros.

Desde el rincón de mi escritorio, y en nombre de mi amigo Marcel, que se acuerda, seguro, de vosotros.

Jorge Andreu

viernes, 30 de diciembre de 2011

Lecturas 2011

Otro año se acaba. Como el pasado y el anterior, quiero hacer una recopilación de los títulos que he leído en estos doce meses para compartirlos con vosotros. Espero que os interesen algunos de esos libros que desde entonces me acompañan.

Algunas aclaraciones antes de empezar. Los títulos de Luis Cernuda, que han sido varios seguidos, corresponden al primer volumen de sus obras completas, pero son libros independientes y como tal los he leído, además de la antología, donde, por supuesto, se incluyen los poemas más importantes de todos sus libros. Los títulos de Thomas Mann, excepto el Doktor Faustus, son novelas cortas y pertenecen a un volumen de sus obras completas, pero por el mismo motivo las he leído como libros independientes; cabe añadir, sobre este asunto, que esos títulos aparecen recogidos en el actual volumen de los cuentos completos editados en Edhasa Literaria (una joya, por cierto). La novela de Gonzalo Hidalgo Bayal no se repite por error: la he leído dos veces en dos semanas, ya que se puede leer en una tarde.

¿Cuál o cuáles han sido mis libros de este año? No querría seleccionar, porque autores como Georges Perec o Imre Kertész me han cautivado desde la primera página. Sin embargo, cuatro son los que de verdad me han cambiado la vida: Doktor Faustus, Los miserables, A la sombra de las muchachas en flor y Experimentos sobre el vacío. Aunque todos los de Thomas Mann me gustan y tampoco he podido vivir sin pensar en el primer tomo de mi querido Proust, estos cuatro títulos han sido los que me han hecho más compañía.

Por último, ante la lista de este año, quisiera hacer un recuento de lecturas: 27 novelas, 3 obras de teatro, 7 libros de poesía, 2 libros de relatos y un ensayo. Un total de 40 lecturas. El año pasado fueron 54, lo cual significa que este año he leído con más detenimiento. Fue uno de los objetivos personales que me propuse para este año y, aun lentamente, he alcanzado la cuarentena. Termino el año, pues, satisfecho con mis lecturas. Aquí os dejo la lista para ver si os satisface también a vosotros:

—Victor Hugo: Los miserables
—Duque de Rivas: Don Álvaro o la fuerza del sino
—Juan Bonilla: El belvedere
—Ramón del Valle-Inclán: Sonata de primavera
—Emilia Pardo Bazán: Insolación
—Luis Cernuda: Antología (Cátedra, edición y estudio de José María Capote Benot)
—Luis Cernuda: Perfil del aire (primeras poesías)
—Luis Cernuda: Un río, un amor
—Luis Cernuda: Los placeres prohibidos
—Luis Cernuda: Donde habite el olvido
—Lope de Vega: El caballero de Olmedo
—Tirso de Molina: El burlador de Sevilla y convidado de piedra
—Thomas Pavel: Representar la existencia. El pensamiento de la novela
—Sor Juana Inés de la Cruz: Antología poética
—Thomas Mann: Doktor Faustus
—María Dueñas: El tiempo entre costuras
—Miguel de Cervantes: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha I
— Miguel de Cervantes: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha II.
—Georges Perec: La vida, instrucciones de uso
—Gustave Flaubert: Madame Bovary
—Sylvia Plath: La campana de cristal
—Marcel Proust: En busca del tiempo perdido I. Por el camino de Swann.
—Thomas Mann: El cisne negro
—Thomas Mann: Tristán
—Thomas Mann: Mario y el mago
—Thomas Mann: Señor y perro
—Juan Marsé: Caligrafía de los sueños
—Joseph Roth: El busto del emperador
—Miguel de Cervantes: El coloquio de los perros
—Eduardo Mendicutti: Mae West y yo
—Marcel Proust: En busca del tiempo perdido II. A la sombra de las muchachas en flor
—Charles Baudelaire: La Fanfarlo
—Jorge Luis Borges: Ficciones
—Henri Troyat: La sonrisa de Eva
—José Manuel Benítez Ariza: Vacaciones de invierno
—Gonzalo Hidalgo Bayal: Campo de amapolas blancas
—Ramón del Valle-Inclán: Flor de santidad
—Imre Kertész: Sin destino
—Nieves Vázquez Recio: Experimentos sobre el vacío
—Gonzalo Hidalgo Bayal: Campo de amapolas blancas
—Charles Dickens: Canción de Navidad (también traducido como Cuento de Navidad)

martes, 27 de diciembre de 2011

Desafío 25 españoles en 2012

El 2012 va a ser un año lleno de desafíos para mí. He apuntado algunos desafíos personales y no había afrontado ninguno público. Este es el primero que hago público, y lo he conocido gracias a María (De todo un poco). Se trata de leer a 25 autores españoles o hispanoamericanos a lo largo del año y reseñar cada libro en este blog, añadiendo el título y el enlace en esta entrada, que servirá de página principal para el desafío.

Al final del año, quien haya cumplido el objetivo deberá enviar un email a Laky (Libros que hay que leer) y participaremos en el sorteo de un libro que aún está por determinar. Como lo más importante es el placer de conocer libros escritos en español que por un motivo u otro no hayan caído en mis manos, acepto el desafío y seguiré con ilusión los comentarios de mis compañeros de aventura.

La lista de títulos empieza en blanco y se rellenará poco a poco. ¿Lograré vencer este horror vacui?

2. Marcos Giralt Torrente: Tiempo de vida
3. Javier Marías: Los enamoramientos
4. Luis García Montero: Un invierno propio
5. Ramón J. Sender: Imán
6. Nieves Vázquez Recio: La velocidad literaria
7. Ignacio Martínez de Pisón: El día de mañana
8. Almudena Grandes: Inés y la alegría
9. Jorge Fernández Gonzalo: Una hoja de almendro
10. Javier Vela: Imaginario
11. Juan Marsé: Si te dicen que caí
12. Luis Landero: Caballeros de fortuna
13. Ricardo Piglia: Blanco nocturno
14. Ramiro Pinilla: Las ciegas hormigas
15. José Hierro: Cuaderno de Nueva York
16. Ramón J. Sender: Réquiem por un campesino español
17. Antonio Muñoz Molina: La noche de los tiempos
18. Nieves Vázquez Recio: Experimentos sobre el vacío
19. Juan Carlos Palma: Bancos de niebla
20. Ricardo Menéndez Salmón: Medusa
21. Vicente Blasco Ibáñez: Mare nostrum
22. Carmen Laforet: Nada
23. Lauro Olmo: La camisa
24. Eduardo Mendicutti: Mae West y yo
25. Juan Marsé: Caligrafía de los sueños

Espero que os animéis a participar. Me alegrará compartir nuevos gustos y opiniones.

Jorge Andreu

lunes, 26 de diciembre de 2011

Feliz Navidad 2011

Marcel ha mojado una madalena en chocolate y al probarla se ha acordado de muchas cosas. Suenan las Goldberg en manos de Glenn Gould mientras se agitan dos velas en la mesa. La casa huele a Navidad, pero su escritorio está lleno de Calistos y Melibeas, de programas de asignaturas y fotocopias encuadernadas en desorden. Se acuerda de que no ha felicitado las fiestas a sus amigos y siente angustia; piensa que se le pasará después de escribir algo. Por eso garabatea un villancico en la servilleta que acompañaba a las madalenas: sólo tiene el círculo oscuro de la taza, ni rastro de migas ni labios empañados. Nunca mancha los papeles si no es con tinta. Así que traza tres líneas, como un triángulo, se acuerda de Harriet y Gaspar Julius. Llena las sílabas hasta completar el esquema de la estrofa y se acuerda de su cervatica. Dejo aquí el villancico con el que mi amigo Marcel y yo os deseamos unas felices fiestas y mucho amor para el próximo año.

Que la cierva de tus sueños
te bese la frente fría.

Que se venga a tu costado,
musa del amor helado,
y duerma bajo tu manto.
Que te bese cada día.
Que la cierva de tus sueños
te bese la frente fría.

Que te arrugue las entrañas
con sus besos de hada
y se acurruque en tu cama.
Que te quiera hasta dormida.
Que la cierva de tus sueños
te bese la frente fría.

Marcel Camino


FELICES FIESTAS A TODOS



Jorge Andreu

martes, 6 de diciembre de 2011

José Manuel Benítez Ariza - Vacaciones de invierno

José Manuel Benítez Ariza (Cádiz, 1963) es el autor de la Trilogía de la Transición, una colección de tres novelas que desarrollan la educación sentimental en los años de la transición española. Vacaciones de invierno es la primera de esas tres entregas, publicada en Paréntesis en 2009, a la que siguen las novelas Vida nueva y la reciente Ronda de Madrid.

Un desgraciado y azaroso accidente de bicicleta es el punto de partida de esta novela de aprendizaje. Vacaciones de invierno nos cuenta el periodo que vive el protagonista, un niño de once años, desde el día en que ingresa en el hospital hasta que se entera de que le van a dar el alta. Esa experiencia, que dura unas semanas, son las que el médico llama vacaciones de invierno, porque todos los niños de esa edad, a esas alturas del curso, querrían quedarse en su casa unas semanas para dedicarse a jugar. Así pues, ese tiempo sirve al protagonista para vivir una serie de aventuras que si bien son pasajeras y muchas sin especial interés, forman parte de su crecimiento: el despertar sexual al fijarse en las piernas de la enfermera Lola, gracias a la conversación que tuvo con su primo; los insultos de dos niños enfermos en la sala de juego; la recreación espacial de los dos extremos del pasillo; sus labores de espionaje tras la puerta y la observación de sus padres, un matrimonio que no parece feliz. Estas vivencias llevan el hilo de la narración hasta el último día de hospitalización del niño, en que, a pesar de la vuelta a la normalidad, saldrá al mundo con un punto de vista diferente.

Lo más interesante de la novela es el cambio de mentalidad del niño, que treinta años más tarde recuerda esa hospitalización como un episodio importante de su infancia. El lector podrá compartir con el autor esas inquietudes pueriles, así como recordar otras actividades que paralelamente harían los compañeros del colegio. Una lectura agradable en su mayor parte, aunque con algunos momentos de pesadez.