la tarde se disuelve
entre el polvo de un libro usado
que nadie debió escribir.
Me duelen las vocales, las palatalizaciones
me estropean la garganta.
¿Llegará por fin la hora,
el ansiado momento
de perderme en la espesura de un poema
inédito?
Tal vez Alvar me deje
dormir tranquilo, de puro abatimiento.
Bajo la lona grisácea de un día fatigado.
M. Camino
No hay comentarios:
Publicar un comentario