Aunque marca las ocho,
el reloj pretende otra hora:
el decisivo instante
en que las farolas me dejan ver
cómo llueve la tarde en finísimas láminas
que no tocan el suelo.
Como si tuviesen pereza
de la llegada de la noche.
Muchas gracias, Teresa. Tus comentarios me dan fuerzas para seguir cada lunes con estos papeles. Aunque sea por un momento para leer los papeles, tu visita es bien recibida. Marcel está contento.
2 comentarios:
Aun sin tiempo, me gusta leer estos papeles que nos dejas como hojas de otoño. Son caricias para días grises.
Un beso Jorge.
Muchas gracias, Teresa. Tus comentarios me dan fuerzas para seguir cada lunes con estos papeles. Aunque sea por un momento para leer los papeles, tu visita es bien recibida. Marcel está contento.
Un beso
Jorge Andreu
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