bajo este flujo de toxinas,
con fiebre y a lo loco.
Un sueño de horas infinitas
dura un minuto de reloj.
El silencio se convierte en silbido
mientras las manecillas suenan
como campanas, a lo lejos.
¡Tarde de inmensa eternidad,
cantan las calles
como si me echaran de menos!
Cuántos sueños habré de superar,
cuántos minutos hondos y serenos
habrán de suceder en esta frente…
M. Camino
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