donde se esconde el rey de la belleza
como un niño en su infinita grandeza,
en busca del sosiego más profundo;
del vasto espejo donde en un segundo
la vida de los ángeles empieza
para romperse en olas la corteza
muy pronto de su pecho moribundo:
me tiende el horizonte un dulce beso
y la sonrisa de una fiel amante
que me abre el alma entera con su llave.
Vivir en las palabras el exceso,
revuelto en los vestigios de un instante:
eso es el mar, quien lo probó, lo sabe.
Jorge Andreu
Del libro Del mar y sus vestigios (2013)
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