Para mi abuelo Sebastián,
que me dio el saber
MIENTRAS TU SUEÑO AJADO Y DOLOROSO
nos dice adiós con su ronquido incierto
en esta habitación que es un desierto
de arenas movedizas en reposo,
tú que fuiste tan grande y tan hermoso
como el árbol que diste a nuestro huerto,
tú que fuiste tan mágico y despierto
como el fruto de su ramal frondoso,
tradúceme el amor a subjuntivo,
ahora que tu voz es del pasado,
para que no haya muerte en mi memoria,
pues muere más quien sufre de estar vivo
dejando atrás el tiempo derramado
en el lecho podrido de su historia.
Jorge Andreu
3 comentarios:
Y que los seres humanos podamos pasar al lado de un soneto así sin estremecernos...
Precioso.
Ha sido magnífico volver, después de tanto tiempo y encontrar a un triunfador.
Amiga María Jesús, qué alegría volver a verte por aquí! Me encanta que te haya gustado este soneto, que es muy especial para mí. Un abrazo!
Jorge Andreu
Hasta la muerte es bella a través de tus palabras. Te leo con atención, compañero, no sabía de este blog. Un saludo. Miguel Ángel Jarquín
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