LAS DIEZ DE LA MAÑANA.
Tiemblan las manecillas del reloj analógico
y hasta los puntos de hora digital
parecen dos copos de nieve
que se encienden y apagan
con cada parpadeo.
Rugen los coches, los colegios gritan
y mi despertador se ahoga en sueño.
Debajo de las mantas no tiemblan los minutos
aunque mi cuerpo siga frío. Siento
los muelles del colchón
arrojándome
a la gélida realidad de fuera.
Las diez exactas: suena el mundo arriba.
Vivir de frío,
vivir tan solamente,
vivir mientras se queda
el sueño con las luces del reloj
en nuestra cama…
M. Camino
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