A Ana María Lobo
Ojalá temblara el reloj
como temblaban tus pestañas
la noche en que más nos amamos
debajo de las mismas sábanas,
dejando fluir los minutos
por encima de la fragancia
que el tictac de tu pecho ahogó
cuando me entregaste tu magia.
Por eso, ahora que los segundos
me exprimen hasta las entrañas
y quiero hacerlos temblar como
me tiembla a veces la garganta
al decirte que el mundo es nuevo
cada vez que me das tu gracia,
¡vuela conmigo por las horas
que se detienen si me abrazas!
Y que la noche nos descubra
besándonos bajo la almohada.
M. Camino
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