domingo, 17 de enero de 2010

El libro electrónico

Voy con retraso, pero más vale tarde que nunca. Acabo de ver en Televisión a la Carta de la web de canal sur el programa El Público Lee del día 3 de enero, el primer programa del año, que han dedicado a hacer un debate sobre el libro electrónico. Invitaron, entre otros, a la fundadora de Roca Editorial, Blanca Rosa Roca, al fundador y director de la empresa Grammata, Juan González de la Cámara, y a la dueña de la librería Luces (Málaga), Pilar Villasana. Estos tres invitados son los que más han aportado, y yo no pretendo reseñar el programa, sino mis impresiones sobre el libro electrónico.

Comparto la opinión de muchos y sobre todo —por eso la he citado— la de Pilar Villasana: el libro tiene algo más que letras y contenido, es decir, leer un libro significa tomar entre las manos un objeto de valor, de mucho valor, pasar sus páginas, sentir el roce del papel con las manos y el olor del material, sobre todo cuando es nuevo. Es una pena que muchos escritores no puedan vivir de su escritura, cuanto más que se vaya a piratear lo que escriben, porque hasta ahora el formato e-book se puede conseguir gracias a las descargas gratuitas que ofrecen muchas webs, y hay muy pocas plataformas donde se pueden comprar los libros electrónicos. ¿Qué pasaría si Almudena Grandes, Eduardo Mendoza, Luis Landero, e incluso el pobre de Ruiz Zafón dejasen de vender libros? Podrían dedicarse a escribir, pero pronto tendrían que buscar un trabajo paralelo (de hecho, la mayoría de los buenos escritores tienen un empleo aparte). Y para muchos lectores que adoran a determinados escritores, sería una pena muy grande que dejasen de escribir porque se ha pirateado toda su obra y ya no pueden dedicarse a ello.

Lo mismo sucedió con la música: la piratería llega a muchos más receptores que los discos originales. Sin embargo, los cantantes pueden dar espectáculos y las emisoras de radio pueden poner sus canciones (estas dos formas son en realidad las que sirven para que los artistas puedan vivir de sus canciones: la venta de cedés nunca ha servido como medio de subsistencia). Pero ¿qué pasa con los escritores? ¿Pueden dar los escritores un espectáculo para subsistir? No tendría nada que ver una conferencia con la lectura de su obra literaria.

Esta última idea la apoya Juan González de la Cámara: en unos años los escritores se dedicarán a dar conferencias igual que los músicos a dar conciertos. Estoy totalmente en desacuerdo con lo que ha dicho este empresario en el programa, ya que, además de pensar sólo con el símbolo del dólar en los ojos y pronunciar elogios de su «papyre» —donde sólo encuentra ventajas—, y además de mostrarse en aparente decepción porque el libro electrónico se puede descargar y no hay muchas webs que los vendan, ha dejado bien claro que sus objetivos se cumplirán en poco tiempo, y sus objetivos no son más que acabar con el libro en papel a costa de las ventas de sus aparatos electrónicos.

En tercer lugar, la fundadora y directora de Roca Editorial, una de las más potentes de España, ha estado casi entre las dos opiniones más arriba expuestas. En otras palabras: prefiere el libro electrónico porque a la hora de transportar los manuscritos que llegan a la editorial, pendientes de lectura y evaluación, es mucho más cómodo llevar un solo «cacharro» —así lo ha llamado, y comparto la misma opinión—, en el que puede incluir cientos de libros y leerlos sin necesidad de cargar con todos los manuscritos. Sin embargo, también ha reiterado su idea de que un escritor debe vender libros, porque si no, no puede vivir de ello, y es necesario también para la editorial que el libro se venda, puesto que de acabarse las ventas de libros en formato papel, también se acabaría su publicación en la editorial, es decir, que se iría a la quiebra. Roca Editorial, según ha dicho, forma parte de un círculo donde sí se venden libros electrónicos.

Mi opinión al respecto, muy clara: no estoy dispuesto a pasar el resto de mis días leyendo en un cacharro eléctrico. Si bien el libro electrónico va a acercar a mucha gente a la lectura, a gente que no está acostumbrada a este hábito, tanto yo como muchos amigos y conocidos permaneceremos en el propósito de leer libros con páginas, libros con cuerpo, porque el libro es el mejor amigo del hombre, es un cuerpo de mujer y conviene abrazarlo cada noche. Como me dijo un conocido mientras hablábamos del tema, «me da igual que se creen libros electrónicos, yo seguiré comprando los de papel». Al libro digital le faltan todas las características que tiene el libro de papel. Y además, los títulos que de verdad me interesan aún no están incluidos en el formato electrónico, así que mucho más a mi favor. De todas formas, no estoy ni estaré dispuesto a releer el Quijote en formato digital.

Me acuerdo ahora mismo de otro subtema que han tratado en el programa: el de incluir canciones o imágenes de fondo. Cuando el narrador de una novela nos traslada a un bar y menciona la canción que se escucha, el lector electrónico podrá en un futuro reproducir esa melodía. Me parece excelente. Pero ¿incluir un paisaje para complementar la descripción?, ¿reproducir el gesto o la descripción física de un personaje cuando el narrador nos haga explícitos sus ademanes? Me parece bastante vacío: ¿dónde quedó la imaginación del lector y las múltiples lecturas de una obra? Apostaría cualquier cosa a que nadie se imagina del mismo modo el rostro del coronel Aureliano Buendía, de Ramón Villaamil o del moro Almudena. Si el lector electrónico reproduce la cara, ¿para qué servirá la imaginación del lector? Al carajo el enriquecimiento intelectual de la población.

Lo único que veo interesante del libro electrónico es el destinado a los colegios e institutos: utilizar un aparato que cuesta 300 euros pero que sirve para todo el periodo educacional de una persona hasta los 18 años. Evitar las mochilas cargadas de libros y cuadernos, las desviaciones de columna, los olvidos del material, el dinero empleado en tantos y tantos cuadernos, bolígrafos, etc. Sólo apretar un botón en el cacharro y tener ante los ojos el tema de ciencias naturales del que se hablará ese día; apretar otro botón y poder escribir como en una pantalla táctil: eso es lo que merecería la pena de un lector electrónico, y no ver la interpretación que el editor le dará a la mirada de Ignatius J. Reilly.

No sé si me he dejado algo en el tintero. En ese caso, volveré a escribir una entrada sobre el tema más adelante, porque seguro que hay algo más que decir, algo más que tenía pensado pero que ya por la extensión de este post no incluiré. Sí voy a terminar, y perdónenme por ello, con una cita que viene muy a cuento del tema que he tratado en estas líneas y que tiene mucho que ver con mi opinión y la de muchos:

«El acto de leer establece una relación íntima, física, en la que participan todos los sentidos: los ojos que extraen las palabras de la página, los oídos que se hacen eco de los sonidos leídos, la nariz que aspira el aroma familiar del papel, goma, tinta, cartón o cuero, el tacto que advierte la aspereza o suavidad de la página, la flexibilidad o dureza de la encuadernación; incluso el gusto, en ocasiones, cuando el lector se lleva los dedos a la lengua (…). Muchos lectores no quieren compartir todo eso; y si el libro que desean leer está en posesión de otra persona, las leyes de la propiedad son tan difíciles de respetar como las de la fidelidad en el amor».

Alberto Manguel, Una historia de la lectura (Alianza, p. 339).

Si has llegado hasta aquí, querido lector, será porque te interesaba el tema. Agradezco tu atención y espero volver a verte por aquí.

9 comentarios:

gadi dijo...

Pero es que no tienen por qué dejarse de vender libros, no tiene por qué desparecer el formato físico, no tiene por qué nada.

Ya que aludes a la música, sí, hay descargas (que no ilegales en España), ¿se han dejado de vender CDs? No. Se venden menos, sí, pero los coleccionistas y aquellos a los que de verdad les gusta la música, compran el CD. Esto se podría extrapolar al libro electrónico.

Yo estudio hispánica, como obviamente sabes, y por supuesto que preferiré el libro físico. Pero a lo mejor, alguien que sólo lee Crepúsculo, Millenium y el best-seller de moda, prefiere tener un aparato de estos, para leer más. Nosotros (más tú que yo) somos como los coleccionistas de la música: disfrutamos leyendo, y valoramos el libro más allá de que sean simplemente letras. Pero hay que entender que mucha gente lo ve así.

Otro punto es que no tienen por qué ser gratuitos todos los libros electrónicos. Amazon en EEUU tiene hecho un gran negocio vendiendo libros para su Kindle. Si a la gente le das comodidad por un producto, paga. Pasa con tiendas como itunes, volviendo a la música: se venden álbumes, por no hablar de CD, más baratos, y es todo un éxito.

Muy radicales veo yo muchas de las opiniones del programa. El lector de libros no va a acabar con el libro físico, igual que la descarga no ha acabado con el CD. Pueden convivir las dos cosas perfectamente. Otra cosa es que las editoriales estén dispuestas a ofrecer sus contenidos en formato electrónico a la par que el formato físico, que se lo que aún no ha sucedido en España. Alberto Vázquez Figueroa saca sus libros en tapa dura, en tapa blanda y en formato electrónico. Aunque he puesto un mal ejemplo por ser un escritor consolidado, ¿no podría ganar más dinero el editor y el autor haciendo esto? ¿físico y electrónico?

Con respecto a la idea de la música, la descripción y tal... sandeces. Si se hace será un insulto al libro y a los lectores.

Y ya, para acabar, mi opinión con respecto al dispositivo en sí. Me parece útil para leer libros que no están en otro formato, o muy difícilmente de encuentran. Yo también lo usaría para leer best-sellers facilones de una época, libros que sé que no me aportarán nada. Pero cuando sepa que un libro merece realmente la pena, lo compraré, como hago ahora con la música o el cine.

Perdona por esta parrafada, que casi es más larga que el propio post.

Jorge Andreu dijo...

Adrián, te agradezco enormemente la parrafada: tiene mucho que aportar.

En primer lugar, sabía que de verdad se me pasaba algo, y es que la librera a la que invitaron al programa habló de que convivirían el libro en papel y el libro electrónico, que tendrían que poner ambas cosas a la venta, pero que muchos de sus clientes aseguran que no comprarán el libro electrónico porque no les interesa leer best-seller. Yo sí utilizaría este método para leer best-seller, porque no estoy dispuesto a gastarme 20 euros en un libro que, como tú bien dices, no me va a aportar nada más que una historia bonita (y hay algunos que ni eso).

Lo que dices del CD es cierto: se vende menos. Pero los artistas no se ganan la vida vendiendo CDs, sino gracias al dinero que Ramoncín tiene el detalle de soltarles cada vez que suena una canción en la radio, y gracias a los seguidores que pagan el precio de la entrada a los conciertos (es de ahí de donde salen las riquezas de los cantantes, por eso hay muchos que sólo quieren ser escuchados y les da igual la cantidad de discos que vendan).

Me quedo, sobre todo, con tu primer párrafo: no tiene por qué acabar la venta de libros. Pero la desgracia está en que ahora mismo hay más métodos para adquirir libros electrónicos gratis que pagando, y eso repercute tanto en los escritores como en los editores. A los de la empresa del lector electrónico les pagas 300 euros y a los autores de la obra literaria no les pagas nada: me parece un poco lamentable que una persona diga ser lector de determinado escritor si lo único que hace es descargar sus obras. Yo creo que ser lector es mucho más que leer un libro: es abrazarlo y sentir que tiene una persona más en su corazón, porque el libro acompaña en los viajes de autobús, como bien sabes, y en las noches de duermevela, y en los momentos de soledad sirven para mucho.

Ojalá sea verdad que los lectores de toda la vida sigan comprando libros, pero mucho me temo que la inmensa mayoría, consumista per se, piense que es mejor gastarse 300 euros en un aparatejo y aprovecharlo durante cuatro, cinco, seis años, y no gastarse el dinero de los libros que compren durante esos seis años. Yo mismo me ahorraría una pasta (si leo una media de 60 libros al año, échale un cálculo si los comprase todos), pero en mi opinión un dinero gastado en un buen libro de papel es una inversión. Supongo que a este respecto pensarás lo mismo. Y además, creo sinceramente que la mitad de la población que prefiera comprar un libro electrónico para ahorrarse ese dinero en lo demás, acabará gastándoselo en tabaco, ropas de marca o vete tú a saber qué otra cosa.

Gracias por comentar tan pronto. Esperaba tu aportación, dada nuestra cercanía a los libros y nuestro afán de conocimiento.

Un abrazo.

Lowis dijo...

En esta vida no hay dinero para todo lo que queremos, y como en todo tenemos unas preferencias, por eso muchos libros nos son inaccesibles (un argumento la verdad un poco estúpido existiendo las bibliotecas y los amigos)

El libro electrónico nos permite tener acceso a esos libros en los que no estamos tan interesados y por los que no sacrificaríamos la compra de otro mucho más interesante.
Lo mismo ocurre con la música: es absurda la idea de tener que comprar un disco de música cada vez que te guste una canción.

En mi opinión, el problema está en la mentalidad de la mayoría de las personas que abusarán de la comodidad de este sistema, y que no volverán a pagar un sólo euro por un libro.

Aquellas personas que de verdad aprecien un libro lo comprarán en formato físico, igual que aquellos a los que de verdad les gusta un grupo de música intenta comprar sus discos, ya sea para agredecer el esfuerzo del autor como para notar esa sensación que da el tener un original (ya sabes cómo soy yo con eso del pirateo, sobre todo con los videojuegos, no sé si seré el único al que le ocurre lo segundo)

Además, como creo que ya has dicho, no tiene comparación el sostener un libro entre tus manos y pasar sus páginas con leerlo de una pantalla, por muy buena calidad que esta posea.

Y en cuanto a lo de proporciona imágenes de la historia... creo que esa edad ya pasó hace bastante tiempo.

Un abrazo.

Jorge Andreu dijo...

Muchas gracias, Luis. Como dices, el error de la gente estará en confiar demasiado en el nuevo sistema y dejar por ello de comprar libros en formato físico. Entiendo que cada vez son más caros los libros, pero resulta que cada vez son más caros sobre todo los best-sellers, porque un libro de cátedra sigue costando una media de 10 euros, y cualquier libro, aunque sea best-seller, si lo hacen en formato de bolsillo cuesta también lo mismo, hasta unos 12 euros, que en mi opinión no es tan caro viendo lo que hay ahora: libros que por el mero hecho de tener un boom publicitario te cuestan 23 ó 24 euros, y por desgracia muchos luego no valen lo que cuestan.

Lo que dices de la música sobre los grupos es cierto: yo compro los discos de Joaquín Sabina, como sabes, y tampoco me importaría gastarme el dinero en un disco de Extremoduro, entre otros. Y con los videojuegos... es que hace tiempo que dejé de jugar y ahora lo hago muy de vez en cuando. Pero no eres el único que los prefiere originales. Seguro que alguien más que haya leído este post piensa que los videojuegos hay que comprarlos originales porque si no no se pueden disfrutar al completo, igual que yo pienso lo mismo con respecto al libro de papel.

Gracias por leerme. Espero volver a verte por aquí.

Otro abrazo para ti.

Eva dijo...

Yo estoy entre ambas opciones, algunas cosas me parecen bien y otras mal.
No creo que sea bueno para nuestra vista tener algo más para dañarla, pero para un viaje viene de perlas...
Eso entre otras muchas opiniones.
Como todo tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, así que habrá que aguantarse, comos siempre.

^^ Un beso

Jorge Andreu dijo...

Jaja, pues claro que habrá que aguantarse, como hay que aguantarse con muchas novedades. De todas formas, yo no compraré uno a no ser que se acabaran los libros de papel, y sería un poco lamentable tener que resignarme a leer un Galdós en PDF...

Gracias por comentar. Un beso.

Saramaga dijo...

No podría estar más de acuerdo contigo. No me gusta el libro eléctrónico.
Seré una romántica, pero es que considero que al final, tener 400 libro descargados en un aparatito frío, le resta valor, se saborea menos.... No sé si me explico.
A mí me gusta tocarlos, olerlos, ponerles mi nombre, ordenarlos, observar mi estantería, leer ediciones antiguas...
Al menos, me consuela saber que hay libros en papel de sobra para poder leer el resto de mi vida :-)
¿Habéis leído una anécdota que ronda por la red? Un internauta colgó un ejemplar de "La regenta", y le puso la portada de "La Caída de los Gigantes"... y lo más gracioso el que sólo el 10% de los que opinaron sobre el libro se dio cuenta :-). Los demás elogiaron el último de Follet.
Terminando, para lo que sí me parece bueno el e-book, es para los libros de texto, y que los niños eviten las pesadas mochilas.
Yo, me quedo con el papel.
¡Un abrazo!

Saramaga dijo...

No podría estar más de acuerdo contigo. No me gusta el libro eléctrónico.
Seré una romántica, pero es que considero que al final, tener 400 libro descargados en un aparatito frío, le resta valor, se saborea menos.... No sé si me explico.
A mí me gusta tocarlos, olerlos, ponerles mi nombre, ordenarlos, observar mi estantería, leer ediciones antiguas...
Al menos, me consuela saber que hay libros en papel de sobra para poder leer el resto de mi vida :-)
¿Habéis leído una anécdota que ronda por la red? Un internauta colgó un ejemplar de "La regenta", y le puso la portada de "La Caída de los Gigantes"... y lo más gracioso el que sólo el 10% de los que opinaron sobre el libro se dio cuenta :-). Los demás elogiaron el último de Follet.
Terminando, para lo que sí me parece bueno el e-book, es para los libros de texto, y que los niños eviten las pesadas mochilas.
Yo, me quedo con el papel.
¡Un abrazo!

Jorge Andreu dijo...

Comparto tus opiniones, Saramaga. Me gusta esa anécdota de La Regenta, jaja. No la conocía. Sí sé de otro asunto que me llamó la atención. Lo encontré en un número que dedicaron en la revista Mercurio al libro electrónico. Resulta que una editorial ofreció en descarga gratuita los dos primeros capítulos de la última novela de Haruki Murakami, con la opción de comprar luego la novela en formato e-book. Lo interesante es que, después de leer los capítulos, la mayoría de los lectores fueron a las librerías a comprarse la novela en papel.

Gracias por comentar en una entrada que ya llevaba tanto tiempo publicada.

Un saludo.

Jorge Andreu