He vuelto. Hace ya casi una semana de todo aquello, pero el tiempo me ha impedido detenerme a escribir mi experiencia. Aunque mi verdadera experiencia la escribiré con más detenimiento en cuanto disponga de una tarde libre con el mar de fondo y la compañía del viento en un campo cercano a mi casa.
Visité cada rincón de Santander: el puerto, el sardinero, el faro, la Magdalena y todo lo que pilla de camino. Sólo me faltaron las tabernas, que serán mi asignatura pendiente para la próxima vez (pediré, como mi buen amigo
Adrián ha dicho en su blog, la beca completa para el próximo verano, y si hay suerte y seguimos con buen expediente académico, volveremos por las tierras del norte, donde hemos dejado recuerdos, palabras, fotos y un amigo colombiano, poeta de espíritu bohemio).
(Península de la Magdalena desde lejos)
El curso ha sido espectacular: cada conferencia ha aportado un buen grano de arena, información que hemos asimilado para leer de otra manera la poesía de José Hierro. Los conferenciantes, en su mayoría expertos en el tema y, además, buenos oradores, han contribuido a mantenernos los ojos abiertos durante las nueve sesiones, los cinco días del curso. Philippe Merlo Morat, Pedro J. de la Peña, Jesús Barrajón, Alberto Santamaría, Inés Fonseca y Jaime Siles, entre otros, son los nombres de los ponentes que han hecho de mi lectura de Pepe Hierro —ahora sí— algo verdaderamente enriquecedor. Rectifico, ahora que he dicho los nombres, mi comentario sobre Fanny Rubio que hice unos meses atrás: esta vez no ha sido una conferencia “aburrida y egocéntrica”, como dije, sino que se ha mostrado más académica y ha aportado información valiosa sobre la trayectoria poética del autor estudiado, añadiendo, claro está, su toque personal, aunque no en exceso.
Hemos conocido a gente muy interesante: ya he hablado de nuestro amigo colombiano, Diego, que tuvo la amabilidad de regalarnos sus dos poemarios, pero además hemos conocido a Joaquín Hierro (y a las hijas de éste, encantadoras) y a Marián Hierro (hijos del poeta), que nos han facilitado un medio de contacto para cuando llevemos a cabo algún estudio sobre la obra de su padre —estudio que ya tengo planteado desde el primer día del curso, gracias a la excelente conferencia del profesor Philippe—. También hemos tenido ocasión de hablar con Inés Fonseca, quien también nos ha proporcionado una forma de dirigirnos a ella por internet, y como no iba a ser menos, hablando de famosos, he tenido ocasión de compartir unas palabras con Sofía Nieto, a quien encontramos por casualidad en la cafetería.
(Con la familia Hierro)
(Con Sofía Nieto)
(Con Luis Sepúlveda)
La naturaleza de allí es maravillosa. Hemos contemplado el mar largas horas, acompañados por la brisa de una semana fresca de verano, que era de agradecer, pues en el sur el calor es sofocante. Escribí algunos versos gracias a aquellas vistas, y tanto mi amigo como yo hemos retomado las ganas de escribir relatos, pues varios han sido los acontecimientos y varias las ideas que se nos han ocurrido. En fin, todo un placer que esperamos volver a experimentar, un placer del que ahora me queda la nostalgia.
(Palacio de la Magdalena entre un palacio selvático)
El blog volverá a su actividad habitual, en especial después del día 3 de septiembre —justo después de terminar los exámenes del conservatorio y de comprarme la nueva novela de Almudena Grandes—, así que agradezco la presencia de todos los que estén tras la pantalla, y si hay nuevos lectores después de este viaje, me sentiré muy halagado y espero que disfruten de mis cafés —solos, siempre, con dos de azúcar.
Un abrazo a todos.
Jorge Andreu
Agradezco las fotos a Adrián (Gadi)