mejor que las palabras en el aire.
En este campo huérfano de verbo
donde hacen noche los rencores últimos,
duele más la voz con su ausencia
de entrevistos reproches
y el más incómodo diálogo
se erige entre nosotros como una valla eléctrica.
El silencio respeta las distancias
porque sus alas sobrevuelan
las miradas furtivas,
el haz que escapa de unos ojos
humedecidos
para romperse en su proceso
mientras, recién nacida, la palabra
se lamenta de su naturaleza,
rebota contra el hierro
y entre centellas vuelve, desprovista
de su significado primitivo,
que la engendró.
Esta extraña sensación de vacío
que vuelve indefensos nuestros escudos.
Esta caseta desolada
donde el eco de la respiración
también se electrifica.
Aquí tiembla el silencio, que no duele
si nada le impide ejercer
su dictadura.
Jorge Andreu
[Poema publicado en Revista Almiar, nº 82, septiembre-octubre de 2015]