martes, 16 de noviembre de 2010

Calle de la amargura, 17.00

(Un caminante detiene su trayecto, mira hacia el suelo, mete sus manos en los bolsillos y continúa su andar, ahora lento, meditabundo, como si hubiese recordado un amor pasajero de su juventud. Luego, se detiene en un banco, extrae de su chaqueta un cuaderno y emborrona unas frases para saciar su apetito.)

Hoy me he encontrado un corazón tirado en el suelo. Era de plata y estaba roto en dos pedazos, en uno de los cuales cinco letras estampadas de un color algo más oscuro dejaban constancia de un amor ya caduco. Ninguna cadena unía los dos trozos de pasión, como si el viento se hubiese llevado las caricias de cada mano, los susurros de cada boca. Entonces me acordé: ¿estaría así mi corazón cuando te fuiste: rajado en dos mitades y esparcido por el asfalto sin un nexo con la realidad? ¿Estaría así mi pecho cuando me tomaste por estúpido? Qué inocente era, y qué callado. Nadie tuvo en cuenta las narices que rompí y los cristales que empañé. Como nadie ha tenido en cuenta que esta tarde un bosquejo de plata grabada con tu nombre se ha cruzado en mi camino y me ha traído tu perfume de años remotos y lejanas tierras.


Jorge Andreu
16 de noviembre de 2010.
Cádiz, calle San Francisco,
camino de la estación de autobuses.

8 comentarios:

ARO dijo...

Calle San Francisco abajo, con ese mundo de sentimientos rondando la cabeza, producen un tan bello texto como este que has escrito.

Jorge Andreu dijo...

Gracias, Aro. Esa calle tiene algo especial. No es la primera vez que se me ocurre un poema al pasar por ahí. Y paso todas las mañanas, claro, para ir a la facultad.

Gracias por comentar. Me alegro de que te guste.

Jorge Andreu

Isabel Martínez Barquero dijo...

Se van en apariencia, pero esos viejos amores resisten agazapados y vuelven con un olor, un sonido, una imagen...
Muy bonito, Jorge.
¿Sabes? Me recuerda en el nombre que le has dado a la calle Melancolía, la de Sabina.
Besos, a ser posible no melancólicos, pero a saber, que el día está gris y frío.

Jorge Andreu dijo...

Querida Isabel, Sabina se sentó a silbar su melodía y yo me senté a emborronar ese papel. Creo que ambos tenemos una visión parecida de la vida. Me alegro de que te guste, me hace ilusión en un día gris como este, en que escribo detrás de los cristales del patio de la facultad, mojados por la lluvia.

Un abrazo.

Jorge Andreu

Dara dijo...

en realidad los corazones de verdad aguantan todo lo que les echen, por mucho que la gente crea que se rompen al mínimo empujón.



(mi elefante
te deja galletas)

Jorge Andreu dijo...

Los corazones no se rompen, pero crujen con tanta fuerza que parecen rotos. Somos capaces de resistir esos crujidos, pero el dolor está ahí cuando uno aprieta. No sé quién eres, pero te agradezco que hayas venido.



(muchas gracias
por esas galletas)

gadi dijo...

No había podido leer este texto y ahora lo he encontrado entre mis marcadores. Sólo puedo decirte que es genial, muy evocador. Las calles de Cádiz son una fuente interminable de inspiración.

Jorge Andreu dijo...

Una vez escuché decir a Juan José Millás que en todas las ciudades hay una calle que supone "el mundo" de todos nosotros. Creo que en Cádiz esa calle es la calle San Francisco.

Me alegro de que te guste, gadi.

Un abrazo

Jorge Andreu