lunes, 16 de febrero de 2015

El último pueblo

Mi abuelo constituía la fuente de todos mis conocimientos. Inventaba historias para dormir y respondía a todas mis preguntas. Por ejemplo, aquella vez en que yo quería saber cuál era el último pueblo, porque al viajar siempre en coche me figuraba el mundo como una carretera.

Al principio dijo que Córdoba estaba muy lejos y requería muchas horas de viaje, pero yo había concebido la lejanía desde nuestra excursión a Sierra Nevada. Por eso habló de América. Un lugar remoto de hierbas y montaña, con un gran edificio blanco en el centro. Aquella misma mañana me llevaron al hospital para hacerme unos análisis y algo me desconcertó: al bajar del coche encontré el paisaje que había imaginado. Me enorgullecía saber que mi abuelo me acompañaba hasta América. Claro, en el momento de pincharme sentí más el dolor de la mentira que la extracción.

Tardé muchos años en comprender que él no tenía la culpa de mis análisis de sangre, pero más aún en saber cómo se sintió cuando le grité: «¡ya no soy tu nieto!». Aunque sólo conoceré la verdad el día que Luisito me pregunte cuál es la ciudad más lejana.

Jorge Andreu


[Este microrrelato ha sido seleccionado para la II Antología Historias Breves "Tema Libre", publicada por la web de Letras con Arte]

2 comentarios:

mariajesusparadela dijo...

No me digas que ya tienes nietos...¿tanto he tardado en volver?
Merecidísimo premio.

Jorge Andreu dijo...

Aún no tengo hijos, y ya me gustaría, jeje. Pero sí que me imagino explicándole a mi nieto dónde estará la ciudad más lejana, que para entonces... a saber. Gracias por tu regreso, María Jesús, reitero lo dicho en mi otro comentario.

Un abrazo.

Jorge Andreu