domingo, 31 de mayo de 2009

Días largos

Supongo que más de una vez recurriré a este título. Hoy es un día largo, muy largo, uno de esos días en que no sabes qué hacer, en que sólo quieres que pasen las horas y llegue la noche para dormir, uno de esos días que te producen dolor de cabeza, agobio, cansancio y aburrimiento. Es domingo y si aún estuviera dentro del horario habitual de trabajo o de clases podría quejarme porque mañana a las nueve tendría que estar en mi puesto, pero mi horario ahora mismo no se corresponde con el citado, ya que estoy de exámenes y hemos cortado las clases, de manera que no sería ése motivo para hacer de este último día de la semana y del mes de mayo una larga jornada como lo está resultando hasta ahora.

Mañana tengo un examen de Fonética acústica, examen que, según dijo el propio profesor, sería fácil y que espero aprobar, para lo cual tan sólo he de ser capaz de identificar los sonidos articulados por alguna persona, sonidos que aparecerán en un espectrograma en el que me tendré que basar para explicar si ha pronunciado una bilabial oclusiva sonora por su barra de sonoridad presente o una bilabial oclusiva sorda por la ausencia de este momento de sonoridad. Un examen, en definitiva, que espero superar. No me preocupa demasiado. También mañana —y esto sí me preocupa— me toca vivir una jornada más larga que la de hoy, pues al menos hoy puedo intentar entretenerme, como ya he hecho, con algunas actividades voluntarias, pero la de mañana es una jornada musical con clases de Composición que, espero, terminen resultándome como en los últimos dos meses: amenas.

Esta tarde me acompañan, además de los ya referidos espectrogramas, por una parte la prosa de Luis Martín-Santos, donde estoy descubriendo datos muy interesantes con respecto a la escritura creativa y fluidez prosaica, y por otra parte el ritmo poético y único de Jaime Gil de Biedma, que, junto a un buen vaso de alguna bebida refrescante —o estimulante…— al que acudir después de cada poema, me dan vida en esta extensa jornada. Hoy no puedo escribir prosa ni verso, se me resiste la creación tanto musical como literaria y necesito despejarme, despojarme de tensión. Uno lo empieza a comprender más tarde, porque la libertad que en principio creí recibida, se está empezando a convertir, y así seguirá siendo durante los dieciséis días de estudio que me quedan, en una lucha constante contra mí mismo, una pugna por fijar mi vista en los apuntes de Gramática Generativo-Transformacional y no en Nada hay tan dulce como una habitación / para dos, cuando ya no nos queremos demasiado.

En fin, confío en que el mundo siga girando, el tiempo —que huye— pase volando y llegue, como mínimo, la hora después del examen de mañana, donde podré disfrutar de las mejores malas compañías, tomar ese delicioso manjar negro y amargo con dos de azúcar, y reír, feliz de estar allí.

2 comentarios:

Luis dijo...

Mucha suerte mañana Jorge, a mí me toca embriología mañana, a ver qué tal sale la cosa. Y sí, nos esperan dos semanas muy duras a todos, pero bueno, ya hemos pasado una vez por esto y esta vez es mayor el alivio de después.

Un saludo ;)

Jorge Andreu dijo...

Hola, Luis.

Te deseo igualmente mucha suerte en el examen de Embriología, espero que te salga perfecto, que tú eres capaz de bordarlos. Yo a ver si no la lío con los espectrogramas, jaja.

Espero que después de estos días largos de tensión volvamos a la normalidad y lo celebremos como el curso pasado.

Gracias por dejar aquí tu huella, es muy importante para mí.

Un saludo