miércoles, 26 de diciembre de 2012

Juan Marsé - Caligrafía de los sueños

No sé si recordáis aquel concurso al que participé con una entrada sobre Juan Marsé. Contaba mis impresiones sobre su nueva novela, que se publicaría en 2011, y gracias a esas palabras resulté ganador del concurso Price Minister. Como me sentía en deuda conmigo mismo por hablar de mis impresiones sobre un libro que aún no había leído —como correspondía al concurso—, al poco tiempo me compré la novela, la leí y comprobé que en efecto mis expectativas quedaron más que cumplidas. Y es que Marsé es uno de esos escritores cuyos libros enamoran sea cual sea su temática. Volví a leerlo este verano y ahora voy a aprovechar mi última entrada del desafío para hablaros de la primera novela que publicó después de recibir el Premio Cervantes en 2008. 

Caligrafía de los sueños es al mismo tiempo una novela y una teoría de la creación literaria. Su protagonista es Ringo Kid, un quinceañero que pasa las tardes en la taberna Rosales, regentada por la señora Paquita y su hermano Agustín, siempre en la misma mesa y con un libro entre las manos, mientras hace como si practicase sobre la tabla esas lecciones de piano que sus padres no pueden pagarle. Aprendiz de músico, con vocación de escritor, el joven Domingo observa desde su esquina la incertidumbre de la señora Mir, una masajista que entra cada día en el bar para tomar dos coñacs y preguntar por la carta que debía haberle dejado su amado, el señor Alonso, antes de marcharse sin dar explicaciones. Entretanto, Ringo evoca sus experiencias junto a su grupo de amigos, el crecimiento de un niño de la posguerra que, gracias a las amistades de su padre, logró acceder a las salas de cine y se forjó una idea artística del mundo, llena de comparaciones entre la realidad y la ficción que enriquece con sus lecturas.

La novela tiene algunos aspectos muy destacables. En primer lugar, en lo que respecta a la voz narrativa, a primera vista el futuro lector podría pensar que se enfrenta a una historia contada en primera persona. Sin embargo, el chico, aunque protagonista de las vivencias, no cuenta su pasado, sino que es un narrador ajeno quien da constancia de las aventuras de su niñez y al mismo tiempo de la situación que vive Ringo en la taberna. Así pues, dos historias se entremezclan: por un lado el crecimiento de Ringo Kid, con sus primeras experiencias estéticas, sus delirios de amor por Violeta, cuyas caderas despiertan una atracción sexual; y por otro la preocupación de Victoria Mir por el regreso de su amado. Dos caminos diferentes que en un momento se cruzarán.

En segundo lugar, cabe destacar el carácter ensayístico sumergido bajo las vivencias de Ringo: desde su infancia, el niño transforma su mundo por medio de un solo parpadeo, y cuenta a sus amigos historias inventadas de indios cuyos protagonistas son ellos mismos —como las aventis de su famosa Si te dicen que caí—, elaboraciones dentro de la novela que no son sino representantes de una teoría sobre el hecho mismo de contar.

Para todo aquel que alguna vez haya sentido el impulso de convertir la realidad en ficción para huir del sufrimiento, probar Caligrafía de los sueños será como una degustación del manjar más delicioso. 

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