domingo, 7 de octubre de 2012

Antonio Muñoz Molina - La noche de los tiempos

¿Cómo se puede escribir una novela de mil páginas sobre la relación de tres personajes sin permitir un solo descanso al lector? La historia de un hombre, sus recuerdos durante la huida en octubre del 36 de un país a punto de romperse, es una prueba de maestría que convierte una obra de ficción en un testimonio de la Guerra Civil Española.

En este novelón, Antonio Muñoz Molina teje una red por la que pasan personajes reales —Moreno Villa, Alberti, Negrín, Manuel Azaña— y ficticios —Ignacio Abel, Adela, Judith—, los cuales conviven en la memoria del protagonista, un arquitecto hijo de obrero que un día de mediados de octubre de 1936 deja a su familia en el campo para marcharse en una larga travesía de trenes y barcos hacia América, donde lo espera un proyecto de construcción de una biblioteca. Ignacio Abel es un hombre de ideas afines a la República, aunque no lo manifiesta abiertamente porque supone lo que lloverá de un momento a otro en Madrid. Es un hombre casado e infeliz que un buen día probó el plato prohibido del adulterio. Y una vez hecho todo lo que tenía que hacer, huye de España para salvar su vida, no sin remordimientos, acompañado por un sentimiento de deserción que lo obliga a recordar una y otra vez su pasado reciente. De ese modo se reconstruye la historia de un hombre común en medio de un mundo en guerra.

La destreza con que el autor maneja el tempo narrativo, la exhaustividad y la precisión de las palabras que profundizan cada vez más en la mente del personaje, la mezcla de realidad y ficción y, sobre todo, la distribución de núcleos narrativos a lo largo de estas mil páginas hacen de La noche de los tiempos un prodigio de la última literatura española —cuyo título, por cierto, y cuya última frase recuerda la novela de ciencia ficción de René Barjavel—. No es una novela histórica, sino mucho más: lejos de reflejar una serie de hechos que ya figuran en la historiografía, lo que hace Muñoz Molina es recuperar la memoria de un hombre que representa a muchos otros. He ahí su hallazgo: en tiempos donde la memoria histórica es un tema de debate, el autor desarrolla todo un fresco sobre la memoria histórica, con tintes de erotismo —sin llegar al extremo de la pornografía—, de política —sin ocultar algunas verdades como puños de ambos bandos—, de desgracias familiares y de trenes que son como un bálsamo para los viajeros en retirada.

Una obra digna de uno de los mejores narradores actuales, yo diría que imprescindible para quien esté interesado en los recuerdos de nuestro pasado, contados aquí con una sensibilidad exquisita y sin caer, afortunadamente, en el error de la literatura panfletaria. 

4 comentarios:

Isi dijo...

Un libro perfecto. Ahora ya no me acuerdo de todos los detalles, pues lo leí cuando salió, pero cuando lo terminé tuve la sensación de que pocas veces iba a encontrarme en el futuro con otra novela tan buena.

Jorge Andreu dijo...

¿Verdad que es estremecedor página a página? La verdad es que es mi primera lectura de Muñoz Molina y creo que he empezado con muy buen pie. Tengo algunas anotaciones sobre otros títulos.

Gracias por comentar, Isi, me alegro de que coincidamos.

Un saludo

Jorge Andreu

Aurora Lejana dijo...

Fíjate que este libro lo tuve hace unos meses entre mis manos y no me animé porque no había leído ninguna reseña suya. Gracias por el post, ahora sí que me ha entrado el gusanillo asíque me lo apunto. Besitos!

Jorge Andreu dijo...

Te encantará. Espero que te animes pronto a leerlo. Es de los que acompañan durante un mes.

Un beso

Jorge Andreu