miércoles, 4 de julio de 2012

Luis Landero - Caballeros de fortuna

Quienes me conocen de cerca saben de sobra que en mi vida hubo un antes y un después de la lectura de Juegos de la edad tardía, esa espléndida novela con la que Luis Landero entró de lleno en el terreno de la literatura contemporánea para quedarse hasta hoy. Esa novela, que me causó una profunda obsesión porque mi visión de la vida no había sido muy distinta hasta entonces de la ficción que se monta Gregorio Olías bajo su gabardina, y que he leído hasta la fecha tres veces sin descartar una cuarta ni una quinta, fue el principio de una gran amistad. Hoy tengo que confesar que también ha habido un antes y un después de Caballeros de fortuna, su segunda novela, publicada cinco años después de su debut, que sigue en la misma estética que se ha dado en denominar «estética del fracaso», según he leído en algún estudio sobre la obra del autor extremeño: la parte cruda de la vida de esas personas que querían hacer muchas cosas y no llegaron a cumplir ni la mínima parte de sus proyectos. Además, la reciente edición en Maxi Tusquets, de bolsillo, tan cuca como la que conservo de su primera novela, me la traje a casa recién salida del horno: la compré a mediados de mayo y a principios de ese mes había salido a la calle. Como si fuese obra del destino, que a veces se porta bien con sus víctimas.

El regreso al pueblo de don Belmiro Ventura, un viejo ilustrado, convierte al banco de la plaza de España en lugar de reunión de contertulios que reflexionan sobre los acontecimientos que rodean a algunas personalidades destacables de la localidad, como la maestra Amalia o el nuevo líder político don Julio. Así se entretejen varias historias, cada una con elementos que no dejarán indiferente la sensibilidad de ningún lector y que lo hará, de seguro, volver una y otra vez sobre el recuerdo de algunos pasajes deliciosos.

Me parece un prodigio el esqueleto de Caballeros de fortuna: cinco historias que avanzan poco a poco, cada vez más cercanas entre sí, hasta desembocar en un mismo punto como los ríos en el mar. Cinco personajes entrañables, cinco historias apasionantes, contadas con una precisión y una sensibilidad que ya echaba de menos en la narrativa de los últimos tiempos hasta que me he reencontrado con la prosa de Landero. No puedo dejar de sentir cariño por el pobre Esteban y su afán de hacerse rico para poder pretender a una chica de la alta sociedad, ni por el apasionado Luciano que vive como nadie unas clases de música, ni por don Belmiro Ventura, eje central de la trama, personaje quijotesco que ha dedicado en tal medida su tiempo a los libros, que no conoce la pasión de la carne sino por sus lecturas. Unos personajes cuya humanidad trasciende los límites de la palabra escrita para formar ya parte de nuestro pasado, objetivo primordial de la literatura.

Una lectura altamente recomendable, sin duda. Ojalá compartáis la misma experiencia, porque estoy seguro de que vuestra opinión no será muy distinta de la mía. A veces pasa cuando se descubren obras de arte. Yo creo que este es un ejemplo de ello.

3 comentarios:

Isabel Martínez Barquero dijo...

Con relación a Landero, comparto ese entusiasmo, bien lo sabes.
Desde "Juegos de la edad tardía", su primera novela publicada -que me enganchó a él recién salida, en 1989 si no recuerdo mal-, he leído toda su obra posterior, incluida "Caballeros de fortuna".
No puedo, ni quiero, resistirme a su brillante prosa y a su tremenda humanidad.
Para mí, es uno de los mejores escritores actuales. Imprescindible.
Un abrazo, Jorge.

Jorge Andreu dijo...

Coincidimos en la opinión de que es uno de los mejores escritores actuales, Isabel. Juegos de la edad tardía es de esos libros que te cambian la vida, puedo asegurarlo. Y la segunda novela también ha sido muy importante para mí. Tengo en casa también El mágico aprendiz, que no sé si leeré este verano o a la vuelta de las vacaciones, pero que probablemente no llegue al final del año sin pasar por mis manos.

Un abrazo

Jorge Andreu

Anónimo dijo...

Sólo añadir que las páginas de Esteban en el banco son desternillantes. Varias veces tuve que cerrar el libro para reírme a gusto.
Suscribo todo lo dicho por vosotros.
Saludos.