Jorge Andreu: Recuerdos de Santander (III. Unas vistas evocadoras)

martes, 24 de agosto de 2010

Recuerdos de Santander (III. Unas vistas evocadoras)

Nunca jamás volveré a verte

con estos ojos que hoy te miro.

José Hierro: «Despedida del mar», en Tierra sin nosotros (1947)

4 comentarios:

Aleda dijo...: El título de la poesía lo dice todo.
Es increíble lo que se puede expresar con tan pocas palabras, con apenas un par de versos.
Creo que, dependiendo de nuestro estado psicológico y emocional somos capaces de ver nuestro entorno de una manera u otra. De ahí, el significado que queremos otorgar a nuestras palabras, ya sean muchas o pocas. No importa. Pocas palabras pueden tener un significado inmenso. O demasiadas palabras pueden estar vacías de dicho significado. Todo depende de la forma en que percibamos aquello que escribimos.
Me parece una "despedida del mar" muy acertada y profundamente emotiva, aunque sencilla.
Precioso.
Un saludo, Jorge. =)
Aleda.; 24 de agosto de 2010, 18:51
Jorge Andreu dijo...: Amiga Adela, gracias por tus palabras, llenas de significado. El poema es mucho más largo y cada verso es precioso. Pero estos dos son los que recogen el mensaje de todo el poema. Además, esa imagen me evocaba sobre todo estos dos versos. Me alegro de que te gusten.

Un abrazo.

Jorge Andreu; 24 de agosto de 2010, 19:36
Isabel Martínez Barquero dijo...: Me reitero en lo dicho en otras entradas, Jorge: fotografías maravillosas acompañadas de la hermosa voz de José Hierro.
Una auténtica gozada.; 25 de agosto de 2010, 6:33
Jorge Andreu dijo...: Gracias, Isabel. La voz de Hierro es una buena compañía y las fotos evocan muchos pequeños momentos. Me alegra que te gusten.

Un abrazo.

Jorge Andreu; 25 de agosto de 2010, 11:04

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Citas

"Cuando murió mi madre, lloré por dentro, pero por fuera tenía los ojos secos"

(Bohumil Hrabal, Una soledad demasiado ruidosa)

"—En realidad, el hombre es la criatura más extraña del mundo —murmuró—. Quiere volar como el águila, pero no tiene alas. Le gustaría tener la fuerza de un león pero no tiene garras. ¡Qué incompleto lo has creado, Señor!, y para castigarlo le has dado además la razón y la facultad de comprender su propia miseria…"

(Vladimir Bartol, Alamut)

"Uno es escribir como poeta y otro como historiador: el poeta puede contar o cantar las cosas, no como fueron, sino como debían ser, y el historiador las ha de escribir, no como debían ser, sino como fueron, sin añadir ni quitar a la verdad cosa alguna"

(Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha II)

"No son siempre los deseos los que determinan el destino y la misión de un hombre, sino otra cosa, algo predeterminado"

(Hermann Hesse, en Narciso y Goldmundo)

"La literatura ha acabado por ser, después de la tormenta, una reparación de daños" (Luis Landero, en Entre líneas: el cuento o la vida)

"—Preferiría que disparaseis contra botes vacíos en el patio trasero, pero sé que perseguiréis a los pájaros. Matad todos los arrendajos azules que queráis, si podéis darles, pero recordad que matar un ruiseñor es pecado" (Harper Lee, en Matar un ruiseñor)

"La vida se ríe de las previsiones y pone palabras donde imaginábamos silencios y súbitos regresos cuando pensábamos que no volveríamos a encontrarnos" (José Saramago, en El viaje del elefante)

"Pero leer en la cama proporciona algo más que entretenimiento: una peculiar sensación de intimidad. Leer en la cama es un acto egocéntrico, inmóvil, libre de las ordinarias convenciones sociales, invisible para el mundo y que, por producirse entre las sábanas, en el reino de la lascivia y de la pereza pecaminosa, participa de la emoción de las cosas prohibidas" (Alberto Manguel, en Una historia de la lectura)

"Un acto humano es como una piedra arrojada al mar. Cae con gran estrépito y agita el agua, pero al cabo de un instante la superficie está de nuevo lisa y no se ve ya rastro de la piedra" (Mika Waltari, en Sinuhé el egipcio)

"A Dios se le ve soñando, y yo hace tiempo que desperté" (Benito Pérez Galdós, en Miau)

"El mundo habrá acabado de joderse el día en que los hombres viajen en primera clase y la literatura en el vagón de carga" (Gabriel García Márquez, en Cien años de soledad)

"Evidentemente, muchos de estos ciegos están siendo pisoteados, empujados, golpeados, son los efectos del pánico, efecto natural podríamos decir, la naturaleza animal es así, también la vegetal se comportaría de esa manera si no tuviera aquellas raíces que la prenden al suelo, qué bonito sería ver los árboles del bosque huyendo del incendio" (José Saramago, en Ensayo sobre la ceguera)